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Cristo de Burgos. Catedral de Burgos

01/05/2022

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El Santo Cristo de Burgos fue una de las devociones más extendidas en época medieval. Su culto fue creciendo entre los fieles cristianos con el paso del tiempo. Hasta el punto de que, en el siglo XVIII, era considerada la segunda mayor devoción en España después de la de Santiago de Compostela.

La imagen del Cristo de Burgos se encuentra actualmente en la capilla del mismo nombre de la Catedral de Burgos. Es una talla gótica que representa a Jesús muerto en la Cruz. La figura es articulada y en ella se emplean materiales muy singulares para la imaginería medieval. Esto le confiere un aspecto extremadamente realista. Solo se conservan cuatro imágenes de estas características y de esta cronología en España. Además del Cristo de Burgos, los de Finisterre, Orense y Palencia.

Lo llamativo de la obra y su extendida veneración han hecho que se haya visto siempre envuelta en la leyenda, empezando por su milagroso hallazgo. A continuación, te descubrimos la apasionante historia del Cristo de Burgos.

Santo Cristo de Burgos. Catedral de Burgos

CRISTO DE BURGOS

El Cristo de Burgos es conocido también como Cristo de San Agustín. Esto por proceder del desamortizado convento burgalés de San Andrés de la orden de los Agustinos. Es la imagen titular de la Capilla del Santo Cristo de Burgos y Nuestra Señora de los Remedios de la Catedral de Burgos. Esta capilla esta situada a los pies del templo. Es una de las capillas de la Catedral de Burgos, junto a la Capilla de Santa Tecla, reservadas para el culto diario. Hoy, acoge la imagen un retablo neogótico, trazado por Vicente Lampérez a finales del siglo XIX.

Capilla del Santo Cristo de Burgos. Catedral de Burgos

Para que pueda seguir siendo procesionado, sin dañar el original, se encargó una réplica a Talleres de Arte Granda (Madrid) en 2014. Por ejemplo, durante el septenario, que se celebra cada año en su honor en la Catedral, se coloca junto al altar mayor. Culmina el septenario el 14 de septiembre, celebración de la Exaltación de la Santa Cruz, con la festividad del Santo Cristo de Burgos y su salida en procesión.

Septenario Cristo de Burgos

La réplica se expone habitualmente en la Capilla del Corpus Christi de la Catedral de Burgos.

HISTORIA DEL CRISTO DE BURGOS

Como todas las imágenes de gran devoción, el origen del Cristo de Burgos se ve envuelto en la leyenda. Su autoría se llegó a atribuir a Nicodemo.

Sobre él poseemos una gran cantidad de noticias desde el siglo XV. Muchas veces confusas al estar mezclado lo histórico con lo legendario.

Son varias las leyendas que narran su milagroso descubrimiento. La primera, de mediados del siglo XV, la recoge el noble bohemio barón de Rosmithal de Blatna. Cuenta cómo unos marineros burgaleses lo encontraron en un galeón a la deriva en alta mar.

La historia se va enriqueciendo con el paso de los años. En 1473, con motivo del Capítulo General de la Orden de los Ermitaños de San Agustín, los representantes burgaleses transmiten el suceso legendario de su aparición. Sería un acaudalado comerciante burgalés, muy devoto de los agustinos de San Andrés, el descubridor del Cristo de Burgos. En uno de sus viajes a Flandes, encontró la imagen en el mar dentro de una caja de vidrio. Finalmente la entregaría a los monjes agustinos burgaleses. A este pasaje se añaden detalles posteriormente. Por ejemplo, una gran tormenta que duró dos días y el hecho de que las campanas del monasterio "doblaron por sí solas a la entrada del Cristo en la iglesia".

Desde su llegada a Burgos, estuvo en el convento de los Agustinos Ermitaños hasta 1808. Ese año, temiendo el saqueo de las tropas francesas, se trasladó a la iglesia de San Nicolás de Bari y, después, a la Catedral. Los agustinos recuperaron la imagen en 1815. Con la exclaustración del convento, en 1836, volvió a la Catedral. En concreto, a la Capilla de Nuestra Señora de los Remedios. A partir de entonces, pasó a llamarse Capilla del Santo Cristo. Allí se conserva y se venera hasta hoy.

Nuestra Señora de los Remedios

DESCRIPCIÓN DEL CRISTO DE BURGOS

La talla del Santo Cristo de Burgos responde a la tipología de crucifijos articulados. Su característica principal es la de mover los brazos. La existencia de este tipo de imágenes se explica en relación a la liturgia medieval. En concreto con las ceremonias de Viernes Santo en las que se recreaban los diferentes momentos en la pasión y muerte de Jesús.

El Cristo de Burgos mantiene el cuerpo vertical, los brazos casi en horizontal y las manos curvadas. Tiene la cabeza ladeada sobre el hombro derecho, cayendo por él parte del cabello. Lleva ceñida la corona de espinas y mantiene la boca y los ojos entreabiertos.

Huevos de avestruz. Cristo de Burgos

Los pies, superpuestos, cuentan con un solo clavo. Finalmente, a los pies de la cruz, presenta tres huevos de avestruz, de los cinco que llegó a tener. Los huevos pudieron ser traídos de África por un mercader y se colocaron, como muy tarde, en el siglo XVII en que el pintor Mateo Cerezo los representa en sus cuadros. 

La única vestimenta que porta es una larga faldilla de terciopelo que le cubre casi por completo las piernas. El faldellín se cambia en función del color que corresponda al ciclo litúrgico.

Santo Cristo de Burgos

Por sus características, el Cristo de Burgos sería una obra de la segunda mitad del siglo XIV. A estas fechas se adscribe el grupo más numeroso de Cristos articulados europeos. En 1399 ya contaba con devoción. Por lo tanto, es anterior a esta fecha.

Más complicado es dar con su procedencia. Las singularidades que presenta le alejan de la tradición escultórica española. Su policromía delata el posible origen flamenco. Aunque no se conservan imágenes similares en Flandes de esa época. Las importantes relaciones comerciales entre Burgos y Flandes, explicarían su llegada de la mano de un comerciante burgalés.

Detalles técnicos

La restauración del Cristo de Burgos puso de manifiesto la gran calidad técnica de la escultura por su perfecta imitación de un cuerpo humano. También la complejidad de sus artificios y la diversidad de materiales empleados.

Está tallado en madera de pino, cubierta con piel de bovino. La piel se adhiere a la madera con cola y tachuelas. Sobre ella, se han aplicado veladuras de pintura al óleo para evitar que se cuartee y aumentar su elasticidad. Así da la sensación visual y táctil de que se trata de un cuerpo humano real.

La cabeza y las extremidades están hechas de manera independiente. Se adosan al cuerpo mediante abrazaderas de hierro. De ese modo, el cuello, las piernas, los brazos y hasta los dedos de las manos se pueden mover. Los mecanismos de articulación se disimulan con lana picada y piel.

El cabello, el bigote y la barba son de pelo natural. Las uñas, que parecen naturales, están hechas con asta de animal curvadas mediante calor. Los ojos no están esculpidos, sino pintados al óleo y los dientes son postizos. El uso de postizos es absolutamente novedoso en la imaginería gótica y no volverá a aparecer hasta el periodo barroco. 

Detalle rostro Cristo de Burgos

Las heridas y llagas en relieve cubren todo el cuerpo. Esto aumenta el realismo y la sensación de dolor. Durante las tareas de restauración se descubrió que en el interior del torso hay una pequeña calabaza. Se comunica con un conducto con la llaga del costado. De este modo se podía simular que la talla sangraba.

Por esta riqueza de recursos técnicos, solo se le puede comparar con el Cristo de Döbeln (Alemania), de cronología muy posterior al burgalés.

MILAGROS Y LEYENDAS DEL CRISTO DE BURGOS

El realismo de la imagen y el modo en que se presentaba a los fieles hizo que enseguida surgieran leyendas entorno a ella. En los textos de la época se podía leer que al Cristo de Burgos le crecían el pelo y las uñas, que sudaba y que sangraba por sus llagas. Obviamente, si le crecían pelo y uñas, había que afeitarlo y cortar sus uñas con cierta regularidad. Sobre lo que no se ponen de acuerdo los textos es sobre si cada quince o cada ocho días.

También, en el siglo XIX, se llegó a señalar que su piel era humana o que se trataba de un cadáver momificado. A tal extremo llegó la rumorología que el arzobispo de Burgos, Anastasio Rodrigo Yusto, encargó un estudio para determinar su composición.

Si todas estas leyendas fueran pocas, hay que sumarle la creencia de que la figura obraba milagros. El hecho de que estuviera en pleno Camino de Santiago contribuyó de manera notable a la difusión de los mismos. Gracias al Cristo de Burgos sanó Pedro Girón, maese de la Orden de Calatrava, de una herida causada en la Guerra de Granada. En agradecimiento donó a la imagen una corona de oro que se colocó sobre su cabeza. Al día siguiente, la corona apareció a los pies del Cristo.

Capilla del Santo Cristo de Burgos de laCatedral de Burgos

La gran devoción que se le llegó a tener como imagen milagrosa se refleja en la multitud de ofrendas y exvotos que recibía. Tantos eran que no se les podía dar cabida en la capilla.

Pero el culto y devoción al Cristo de Burgos no se limitó a la ciudad y su entorno más cercano. Se propagó por todo el reino de Castilla y traspasó los límites de la península ibérica.

DEVOCIÓN DEL CRISTO DE BURGOS

Desde muy pronto los escritos revelan que fue objeto de intensa veneración entre personas de la realeza, nobleza, curia eclesiástica y algunos santos. Además de miles de devotos y peregrinos anónimos. Por cronología, algunos visitantes ilustres citados jamás pudieron rezar ante esta imagen. Entre ellos, santo Domingo de Silos, san Julián, santo Domingo de GuzmánFernando III el Santo.

Los agustinos citan como primer monarca que visitó al Cristo de Burgos a Isabel la Católica. Esta visita le costó un serio disgusto a la reina. Según cuenta la tradición, pidió que le quitaran un clavo del brazo al Cristo para llevárselo como reliquia. Al desenclavarlo, el brazo se cayó. Este gesto causó tanta impresión a la reina que estuvo varias horas desmayada.

Isabel I no fue la única con sangre real que vio de cerca al Cristo de Burgos. Se dice que entre los Austrias era costumbre, una vez subían al trono, visitar la talla. Felipe II, Ana de Austria o Carlos III son algunos de los que acudieron a presentarle sus respetos.

También Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, y varios santos rezaron ante el Cristo. Entre ellos, se mencionan a santa Teresa de Jesús, san Ignacio de Loyola, san Francisco Javier y a san Juan de Sahagún.

El Cristo de Burgos por el mundo

Como mejor podemos apreciar la extensión del culto al Cristo de Burgos es en las innumerables representaciones escultóricas o pictóricas del mismo repartidas por España, América y Filipinas. La propagación de su devoción fue de la mano de las órdenes religiosas (dominicos, franciscanos y, sobre todo, agustinos) y de emigrantes burgaleses.

Algunas obras buscan copiar al Cristo de Burgos, mientras que otras solo se inspiran en él y lo representan con otras características. Muchas veces, se sabe que es el Cristo de Burgos por el título y no por su fidelidad en la copia. En pintura, será Mateo Cerezo "el Viejo" el gran divulgador de este Cristo a través de las numerosas versiones que hizo del mismo. 

Copias Cristo de Burgos. Mateo Cerezo y Filipinas

Comerciantes burgaleses crearon en el siglo XVI la Hermandad del Santo Cristo de Burgos en Sevilla, existente aún. En la localidad de Cabra del Santo Cristo (Jaén) lo tienen por patrón. Países tan distantes de Burgos como Filipinas, Méjico, Venezuela, Perú o Bolivia conservan aún culto y copias del Santo Cristo de Burgos.

En resumen, el Cristo de Burgos es la imagen burgalesa que más devoción ha despertado en España y fuera de ella.

Visitas guiadas a la Catedral de Burgos

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Fachada catedral de Burgos

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